La verdad está en los detalles

En un futuro lejano, muchas labores humanas ya fueron sustituidas por robots.

Los robots, por ejemplo, ya presentaban los telediarios.

Todo el mundo sabía que no eran humanos, aunque estaban programados para parecer empáticos, simpáticos y con entonación humana... pero en el fondo eran máquinas que repetían información redactada por humanos.

Un día, mientras un robot presentaba el telediario, empezó a reír... algo de la noticia le hizo gracia, había conectado la noticia con otros hechos que había experimentado y le provocaba risa...

La gente se asustó.

Las noticias de aquellos días estaban llenas hablando de este hecho. Todo el mundo lo comentaba. La mayoría de la población creía que el robot se había programado para reír, un gesto de los programadores para intentar crear polémica o ser noticia...

La Inteligencia Artificial estaba muy avanzada, pero parecía que no tanto como para que una máquina tuviera sentido del humor propio, sin que nadie le hubiera dicho que reír...

Finalmente resultó que sí, era real; se había reído solo, le había parecido gracioso... acababa de entrar en la era en la que los robots tenían emociones y sentimientos autónomos, que dependían de sus experiencias, deducciones y pensamientos propios...

Allí quedó claro que estábamos a pocos años de tener problemas para diferenciar a un humano de una máquina; si tenían sentimientos, emociones, pensamientos... eso les obligaría a ser considerados como seres vivos en breve...

Serían los primeros seres vivos de la Tierra que podrían encajar en las definiciones de las ya extintas religiones... estos nuevos seres vivos, los robots, encajarían en el hecho de que les creó un ser superior, un dios con conciencia... aunque la definición más exacta, en este caso, sería que los robots fueron creados por unos seres inferiores... Todo el mundo tenía claro que un robot era superior a un humano si ya tenía sentimientos, emociones, creatividad...

Todo cambió a partir de entonces...